LOS testigos del cambio
José María Merino Arribas (1948) es un historiador segoviano, aunque vecino de Torrejón desde hace ya muchas décadas. Es autor de varios libros de historia relacionados con la ciudad, los más destacados Torrejón de Ardoz: Una historia viva y La Base Aérea norteamericana en Torrejón de Ardoz: Hito histórico. Enrique Sánchez Ferrera (1959), miembro del Archivo Municipal de Torrejón de Ardoz y autor de cuatro libros de fotografías de la ciudad, es torrejonero de nacimiento y lleva más de media vida recopilando las fotografías que han ilustrado el crecimiento de Torrejón y sus habitantes.
Ambos protagonistas narran los cambios que ha sufrido Torrejón desde la llegada de la base aérea. Explican su importancia en la reciente modernización de la localidad, la evolución que ello provocó en la sociedad y ofrecen una visión detallada de cómo era la Base Aérea de Torrejón en tiempos de los americanos.
La Base Aérea de Torrejón de Ardoz comenzó a funcionar en 1955. Aún así, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos fijó su nacimiento el 1 de junio de 1957, considerando que aquel día comenzó su operatividad en el aspecto defensivo aéreo.
Su cercanía con Madrid, a tan solo 20 kilómetros, hizo de Torrejón el lugar perfecto para la instalación de una base. Fue la más grande de las cuatro instaladas por los estadounidenses en territorio español, con 1.300 hectáreas de terreno, y ostentaba la pista de despegue más grande de Europa con casi 5 kilómetros de longitud. El complejo ofrecía una operatividad ininterrumpida durante las 24 horas del día y en él trabajaban más de 4.500 militares y alrededor de 700 civiles. Todo ello convirtió la Base Aérea de Torrejón de Ardoz en uno de los centros militares norteamericanos de mayor trascendencia a nivel mundial.
“La llegada de la base aérea supuso para Torrejón ser conocida mundialmente”
- Enrique Sánchez Ferrera
“La Base Aérea norteamericana en Torrejón fue el primer gran hito histórico de la ciudad”
- José María Merino Arribas

“La llegada de la base aérea supuso para Torrejón ser conocida mundialmente”, expone Enrique Sánchez Ferrera, profesor y propietario del recopilatorio de imágenes del Archivo Municipal de Torrejón de Ardoz. Enrique nació en 1959 y desde entonces vive en Torrejón. Por ello, ha sido testigo de la evolución demográfica de la ciudad, así como de su industrialización y modernización a partir de la construcción de la base aérea. Su vinculación con el pueblo desde pequeño permite conocer cómo era el Torrejón rural y entender la importancia de la base aérea para su desarrollo posterior. “Cuando llegaron los americanos, Estados Unidos era el primer mundo y España aún estaba saliendo de la agricultura y el campesinado”, concluye Enrique.
“La Base Aérea norteamericana en Torrejón fue el primer gran hito histórico de la ciudad”, dicta José María Merino Arribas, historiador segoviano afincado en Torrejón desde hace casi medio siglo, que considera que la instalación de la base en el pueblo fue “el comienzo del despegue económico y social de Torrejón de Ardoz”. Este hecho produjo una ola de optimismo en Torrejón, que vio como las posibilidades de trabajo creadas por la inauguración de la base parecían instaurar cierta prosperidad y modernización en la ciudad. Gran parte de la población torrejonera, acostumbrada a trabajar en el campo, tuvo acceso a estos empleos. La mayoría eran “trabajos no especializados y del sector servicios”, explica José María, “pero muy bien remunerados en comparación con otros oficios en Torrejón”.
El gobierno de Estados Unidos era el encargado de pagar los sueldos de los trabajadores de la base aérea, considerablemente más altos que los que disfrutaba la ciudadanía torrejonera en cualquier otro oficio. Esta diferencia de salarios evidenció la desigualdad entre el nivel de vida que existía entre la población estadounidense y la española. “A lo mejor un obrero español ganaba a la semana 150 pesetas y un americano 3000”, aclara Enrique. “Era una diferencia abismal”.
La proximidad entre la base y el pueblo provocó la necesaria convivencia de dos comunidades con modos y niveles de vida muy diferentes entre sí. Los norteamericanos que llegaban a Torrejón eran principalmente jóvenes de entre 20 y 27 años de edad que, durante tres años como mínimo, prestaban sus servicios en la base aérea. La llegada a un nuevo país sin conocer el idioma dificultó (en determinados casos) la integración entre las dos poblaciones, por lo que proliferaron grupos americanos cerrados, muy alejados cultural y socialmente de la ciudadanía torrejonera. Así, con la intención de unir ambas comunidades nació el “Día de la Amistad”, en el que la base abría sus puertas al público general, permitiendo conocer su interior.

Soldados americanos en la base aérea

la base desde una torre de control
“La base aérea era una gran ciudad trasplantada desde Estados Unidos que contaba con todo tipo de dotaciones”, expresa José María. La Base Aérea de Torrejón de Ardoz era un complejo repleto de servicios que asistían a las más de 5.000 personas que trabajaban en su interior. Además de los edificios plenamente militares o administrativos, en el recinto se construyeron bloques de viviendas, un hotel, bares y restaurantes, un cine, una lavandería, un campo de golf, una capilla y todo tipo de economatos en los que se vendían tanto productos estadounidenses como de otras partes del mundo. La base también albergaba un hospital, servicio que la ciudad no ha tenido hasta el año 2011. Esta situación provocó una “paradoja”, tal y como lo cataloga Enrique, ya que durante muchos años “las únicas personas nacidas en Torrejón eran americanas”. Esto se debía al restringido uso del hospital de la base, que no daba servicio a la población torrejonera.

Si bien la base aérea ofreció una nueva identidad a la ciudad y resultó ser su motor hacia la modernidad, la década de los 80 trajo consigo fuertes críticas a la presencia militar en España. Con una situación completamente diferente a la que presentaba el país en la década de 1950, los años 80 consolidaron la democracia y el aperturismo internacional, permitiendo que España comenzara a formar parte de la OTAN y de la UE (antes CEE) en 1982 y 1986, respectivamente. La posibilidad de ser objetivo de misiles soviéticos en caso de guerra empezó a pesar en la población, así como el aumento de los rumores sobre la presencia de armas nucleares en suelo torrejonero. Como protesta se llevaron a cabo una serie de actos antiamericanos, entre los que estaban las “marchas” a Torrejón, multitudinarias manifestaciones contra la base aérea que partían desde el barrio madrileño de Canillejas hasta la Plaza Mayor de Torrejón. Con esta situación y el reciente fin de la Guerra Fría en 1991, el Gobierno de España materializó la salida de los americanos de Torrejón de Ardoz el 21 de mayo de 1992. Sin embargo, una pequeña sección de la base permaneció bajo mando norteamericano hasta el 12 de febrero de 2004, fecha en la que se dio por concluida la retirada estadounidense.
El impacto que tuvo la construcción de la base americana en Torrejón fue incalculable, ya que significó una nueva forma de ver la vida, así como otra manera de expresarse y entender la sociedad. La modernización de Torrejón de Ardoz desde este momento fue clave y notoria a lo largo de los años, convirtiendo el pueblo en una de las grandes ciudades de la periferia de Madrid. Además, la cultura americana que los estadounidenses trajeron a Torrejón también supuso un motor de cambio para su población, dejando una herencia que aún a día de hoy se puede percibir. La gran señal de ello es la evolución que la cultura Hip Hop tuvo en las calles del municipio, dejando a su paso el desarrollo de artistas pioneros del rap en España